Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera
La Solemnidad de Cristo Rey nos invita a vivir los valores del Reino de Dios: paz, justicia, misericordia y verdad. Reconocer a Jesús como Rey transforma nuestras vidas y comunidades.
HOMILÍAS


Hoy, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, somos invitados a reflexionar sobre el significado profundo del reinado de Jesús. No hablamos de un reinado humano, basado en poder, riqueza o prestigio, sino de un reino que trasciende este mundo y encuentra su fundamento en la gracia, la verdad, la justicia, la paz y la misericordia.
Un Reino que comienza aquí y ahora
A menudo pensamos en el Reino de Dios como una realidad que alcanzaremos al final de nuestras vidas, pero este Reino comienza aquí en la tierra. Como nos recuerda la misión de la Iglesia, nuestra tarea es construirlo día a día en nuestras acciones, en nuestras familias y en nuestras comunidades. Ser parte de este Reino significa reconocer a Jesús como el centro de nuestra vida, permitiendo que sus valores transformen nuestra manera de vivir.
Un reinado diferente
Cuando Pilato le pregunta a Jesús si es Rey, Él responde: “Tú lo dices, soy Rey”. Sin embargo, aclara que su Reino no es de este mundo. No busca imponerse con fuerza, sino con amor. No gobierna desde un trono de oro, sino desde la cruz, demostrando que su reinado se ejerce en el servicio y el sacrificio. Este es el modelo que estamos llamados a seguir.
Vivir los valores del Reino
El Reino de Dios no es solo una idea espiritual; tiene implicaciones prácticas que debemos asumir en nuestra vida diaria:
La paz: Si Cristo es el Rey de la paz, debemos buscar la reconciliación en nuestras relaciones. Una familia donde reina Cristo es una familia que dialoga, escucha y encuentra caminos para convivir en armonía.
La misericordia: Ser misericordiosos es atender al necesitado, al enfermo, al abandonado. Es responder con amor y paciencia, incluso cuando hacerlo requiere sacrificio.
La justicia: Vivir en justicia significa respetar lo que corresponde a cada persona, ser íntegros en nuestras acciones y cumplir con nuestras responsabilidades.
La verdad: Seguir a Cristo implica abandonar la mentira, vivir con transparencia y ser testigos de la verdad en un mundo que muchas veces se rinde al engaño.
Ejemplos de fe y valentía
A lo largo de la historia, encontramos testimonios de personas que hicieron del Reino de Dios su prioridad. Laicos como Anacleto González Flores, comprometidos con la dignidad humana, y adolescentes como San José Sánchez del Río, que entregaron su vida proclamando: "¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!". También sacerdotes mártires, como San Pedro Esqueda, quienes dieron su vida por amor a Cristo. Estas vidas nos inspiran a vivir nuestra fe con valentía, compromiso y amor.
Un compromiso personal y comunitario
Hoy, la invitación es clara: permitir que Cristo reine en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestras comunidades. Este reinado no se impone; requiere que abramos nuestro corazón y nos comprometamos a construir un mundo que refleje los valores del Evangelio. Como dice el himno: “Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera”, pero su victoria y su reinado comienzan con nuestro "sí" diario a su llamado.
Celebrar a Cristo Rey no es solo un acto litúrgico; es un compromiso de vida. Reconocer a Jesús como nuestro Rey significa vivir en su gracia, ser constructores de su Reino y rechazar los "anti-reinos" del egoísmo, la división y la indiferencia. Que esta reflexión nos impulse a seguir proclamando con nuestras palabras y acciones: "¡Viva Cristo Rey!" y a vivir como ciudadanos activos de su Reino en nuestro mundo.