Acoso Revolucionario: El día en que la fe se volvió un delito

Relato de la persecución religiosa durante el carrancismo: destierros, prohibiciones y abusos contra obispos, sacerdotes y fieles.

FE Y RAZÓN

Guardia Nacional Cristera

10/10/20252 min read

En un marco de agresión continua y bajo la acción de varios jefes carrancistas, casi todos los obispos fueron obligados a salir de sus diócesis, ya fuera desterrados o escapando por temor a los atropellos. Según Félix Navarrete, “solamente quedaron en México el de Cuernavaca y algún otro”.

Al obispo de Durango, monseñor Francisco Mendoza, el general Álvaro Obregón lo apresó y exigió un rescate por su liberación. Como no pudo pagarlo, le despojó de su anillo pastoral, lo puso a barrer las calles y después lo obligó a salir de su diócesis.

Prisiones, rescates y destierros contra sacerdotes y religiosos

Religiosos y sacerdotes seculares fueron reducidos a prisión en diversos sitios, tanto en 1914 como en 1915. Casi siempre se les detenía para exigirles el pago de rescates, y finalmente eran desterrados, especialmente si eran extranjeros.

A los jesuitas de Saltillo, en mayo de 1914, se les sometió a un simulacro de ejecución por ahorcamiento o fusilamiento, para obtener lo que se les pedía.

Saqueos, asesinatos y encarcelamientos masivos

Muchas iglesias fueron saqueadas, diversos sacerdotes asesinados y varias religiosas ultrajadas. Al llegar el general Obregón a la Ciudad de México, hizo prisioneros a todos los sacerdotes que vivían en la capital y, más tarde, los envió a Veracruz.

Prohibiciones extremas contra los sacramentos y la vida religiosa

Varias disposiciones dictadas en ese periodo fueron impracticables y extremadas, pero evidenciaban la inquina anticatólica que animaba a los mandos carrancistas. En numerosos sitios, los confesionarios fueron quemados o arrumbados en bodegas.

En Guanajuato e Irapuato, se prohibió bajo pena de muerte la celebración de confesiones. En Puebla, también se vedó este sacramento.

En Monterrey y Aguascalientes, fueron prohibidos todos los sacramentos y el culto público.

En Toluca, además de las prohibiciones anteriores, se ordenó que quedaran prohibidos el ayuno y la mortificación.

En San Luis Potosí, no se permitieron misas los días de trabajo y la confesión quedó prohibida, salvo en artículo de muerte y en presencia de un empleado del gobierno.

En casi todas partes, cuando existían, los colegios católicos fueron cerrados.

Antirreligiosidad heredada y reforma social anticristiana

Todo esto reflejaba criterios y actitudes que provenían del viejo jacobinismo, alentado por la instrucción laicista del porfiriato, la cual había derivado en posturas abiertamente antirreligiosas. A ello se sumaban los impulsos de un reformismo radical que buscaba borrar por completo los valores cristianos.

La mayoría del pueblo apenas comprendía cuáles eran los objetivos de estas medidas. Sin embargo, muchos jefes carrancistas sí tenían claro que buscaban una transformación social, que en su visión suponía un despojo integral de la fe católica en la vida del pueblo.

Texto de Carlos Alvear Acevedo
Libro: Historia General de la Iglesia en América Latina V México

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