Ley del 57: El origen de la persecución religiosa en México
La Ley del 57 marcó el inicio del despojo de bienes eclesiásticos y de una persecución sistemática contra templos, colegios y obras de la Iglesia en México.
FE Y RAZÓN
Guardia Nacional Cristera
9/26/20254 min read
Los desaciertos y arbitrariedades cometidos contra la Iglesia en nuestra patria tuvieron su germen, no solo en la mente pervertida de algunos legisladores, sino también en la de aquellos monarcas que todo lo soñaban suyo. A sus cerebros desquiciados se debieron los litigios habidos en la Nueva España entre arzobispos y virreyes sobre derechos jurisdiccionales.
Concesiones pontificias malinterpretadas
Las concesiones pontificias otorgadas a los monarcas, después de múltiples consultas motivadas por los nuevos descubrimientos allende el océano, provocaron que pronto se consideraran a sí mismos legítimos poseedores “de derecho” de lo que en realidad era solo una simple concesión benévola de la Silla Apostólica.
De este modo, las rentas de templos y conventos, así como los productos y décimas de parroquias y beneficios, llenaban las arcas reales de sus Católicas Majestades de las Españas.
Avaricia, soberbia y nuevos abusos
No bastó satisfacer esa avaricia. En los Concejos y en las Cortes se necesitaba algo más: llenar la vanidad y soberbia de los soberanos. Por ello, ya no solo se buscaban rentas, sino también —aduciendo “largas y dispendiosas erogaciones con motivo de conquistas y colación de autoridades”— se pretendió que, “por justa recompensa”, los monarcas recibieran limosnas producidas por donaciones y diezmos.
Estas pretensiones quedaron indelebles en leyes y decretos, creando un ambiente de rapiña que prevaleció por siglos. Nuestros legisladores, sin reflexionar en el desastre heredado, reestamparon en las Leyes del 57 la desamortización de bienes eclesiásticos, la clausura de conventos, el desafuero de los clérigos, entre otras aberraciones que aún sufrimos.
Del jacobinismo al reformismo radical
Al iniciar el siglo XVIII, quienes tomaban las riendas de una nación libre e independiente leyeron y releyeron esta legislación.
Su Alteza Serenísima jamás dudó en adjudicarse bienes raíces pertenecientes a la Iglesia. Bajo el pretexto de ayudar a las sublevaciones militares, sobrecargó de deudas las posesiones eclesiásticas, muchas de las cuales pasaron a manos del gobierno o de los gobernantes.
No fue una acción aislada: fue un camino recorrido desde la Colonia bajo varios reyes que de católicos tenían solo el título y el sello con que lacraban sus reales voluntades.
La efervescencia contra las Leyes de Reforma
La Ley del 57 produjo una efervescencia en la nación entera. Sin prever consecuencias, se fomentó una ola de protestas contra esas leyes “dadas para el bienestar de nuestra nación”.
Cada templo tenía anexa una escuela o un hospital. Los dirigentes del gobierno, sospechando que producían pingües utilidades, se adjudicaron estas propiedades para malgastarlas. El precio obtenido no bastó ni remotamente para cubrir los crecidos gastos del erario nacional.
El inicio sistemático de la persecución
Así, desde 1857 comenzó de forma sistemática la persecución, el robo y el atropello contra la Iglesia, legítima poseedora de sus bienes, que empleaba en beneficio de su inmensa familia.
Los casos en Aguascalientes
1.- Parroquia de la Asunción (Catedral)
Fue despojada de toda posibilidad de sostenimiento al no percibir ya sus rentas.
2.- La Merced
Padeció la mutilación de su antiguo Colegio de la Encarnación, edificado en el siglo XVII, fruto del empeño de Fr. Nicolás de Arteaga y de numerosas donaciones.
3.- San Diego
Para sarcasmo de la civilización, fue reducido a lo mínimo en propiedades fruto de su labor, abnegación y desvelos.
4.- San José (San Juan de Dios)
Ensanchado por los Padres Juaninos, quedó sin tener siquiera un tragaluz propio. Los muros de su amplio hospital fueron profanados, sirviendo de cuartel y refugio de soldadesca.
5.- San Ignacio (Conventito)
Su convento, colegio y anexos sufrieron la misma suerte. Si no fuera por la malevolencia de un influyente local, ya habría sido devuelta una parte.
6.- El Seminario
Errante por toda la ciudad, sembró por las calles el ejemplo de su piedad. Cada casa en que habitó fue confiscada, de manera perpetua o temporal.
La Revolución y sus nuevos atropellos
Con la llegada de nuestros revolucionarios, continuaron los desmanes tan abiertamente y con tanta facilidad que no tenían precio sino el papel y la tinta con que se firmaban los decretos.
Se expropiaron escuelas, hospitales, orfanatorios, conventos, y se persiguió a los sacerdotes, únicos defensores de un pueblo inerte y de una Iglesia perseguida.
Barrios afectados
No hubo barrio sin huella de estos atropellos: El Llanito, El Obraje, El Encino, Zaragoza, etc., donde ni siquiera las propiedades particulares fueron respetadas.
Ejemplos de propiedades expropiadas
Anexos de San Diego
Anexos de La Merced
Casa-convento de San Marcos
Anexos de San Juan Nepomuceno
Anexos de San José
Anexos de El Conventito
Escuela Normal
Escuela de la calle del Refugio
Colegio Rincón Gallardo
Curato de San José (calle de Hospitalidad)
Curato de El Encino
Escuela B. de las Casas
Escuela de Artes y Oficios (actual cuartel V. Carranza)
Antiguo Obispado (calle 5 de Mayo)
Obispado de la calle de Montoro
Colegio de San Miguel
Escuela Gómez Farías
Escuela Libre
La huella en toda la diócesis
Lo dicho se refiere solo a la ciudad. En cada rincón de la diócesis existen las mismas huellas de rapiña. En todos ellos permanece viva la memoria de sacerdotes perseguidos o muertos, que santificaron con su sufrimiento las almas de sus perseguidores.
Los que aún viven apenas tienen aliento para narrar sus odiseas y levantar una porción de perdón hacia lo alto.
Una Iglesia perseguida, pero viva
Todo esto se reseña para perpetuar la memoria de nuestros hermanos perseguidos y de sus propios perseguidores. En estas páginas ensangrentadas percibimos el perfume de la Divina Gracia, que sostiene en las pruebas a débiles y fuertes, dando a todos su auxilio.
Si del deseo de sufrir algo por Cristo se desprende fruto al leer estas líneas, habrá sido satisfecho nuestro anhelo, pues habremos conseguido algo para el bien imperecedero.
Por: Pbro. Lic. Ricardo Corpus
Fuente: Capítulos sueltos o apuntes sobre la persecución religiosa en Aguascalientes, Pbro. Felipe Morones, 1955
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