¿Qué es lo verdaderamente importante?
El relato bíblico de Marta y María en el Evangelio enseña el perfecto equilibrio entre la oración y el trabajo. Una reflexión completa sobre cómo priorizar lo esencial en tu vida espiritual y cotidiana.
FE Y RAZÓN
P. Juan Antonio de Luna Chávez
7/20/20253 min read


En nuestro mundo acelerado, donde el trabajo y las obligaciones parecen consumir todo nuestro tiempo, el Evangelio nos presenta una verdad transformadora a través de la historia de Marta y María.
Este pasaje (Lucas 10:38-42) no es simplemente un relato histórico, sino una guía práctica para encontrar el equilibrio entre nuestro ser y nuestro quehacer.
Jesús, durante sus viajes, frecuentaba la casa de estas hermanas en Betania, ¡Jesús tenía y visitaba a sus amigos! La Escritura nos muestra que eran amigos cercanos del Señor, tanto que cuando Lázaro murió, "Jesús lloró" (Juan 11:35).
En este contexto de amistad y confianza se desarrolla la escena que hoy nos ilumina: Marta ocupada en los quehaceres del servicio, mientras María "escogió la mejor parte" al sentarse a los pies de Jesús.
Las dos hermanas: Un espejo de nuestras propias contradicciones
El relato evangélico nos presenta dos actitudes claramente diferenciadas:
María representa la contemplación, la atención plena a la presencia divina
Marta encarna el trabajo y el servicio activo
Lo fascinante es que ambas son necesarias y válidas. El problema surge cuando, como le ocurrió a Marta, nos dejamos absorber completamente por las actividades hasta olvidar lo fundamental. Jesús no critica su servicio, sino su ansiedad: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas" (Lucas 10:41).
El sabio equilibrio: Ni sólo oración, ni sólo trabajo
Los antiguos filósofos griegos ya enseñaban que "la virtud está en el medio". Esta sabiduría secular encuentra su plenitud en la enseñanza de Cristo:
El extremo del espiritualismo: Personas que pasan horas en oración pero descuidan sus responsabilidades familiares y sociales. Como decía San Santiago: "La fe sin obras es muerta" (Santiago 2:26).
El extremo del activismo: Quienes se sumergen tanto en el trabajo que descuidan su vida interior. Las estadísticas son alarmantes: según la OMS (2023), los trastornos por estrés laboral afectan al 28% de los trabajadores a nivel global.
San Benito, que lo celebramos hace poco, resumió perfectamente este equilibrio: "Ora et labora" (reza y trabaja).
La oración sin trabajo se vuelve estéril; el trabajo sin oración se convierte en esclavitud.
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Por qué estamos perdiendo el equilibrio hoy
En nuestra sociedad actual, el desbalance hacia el activismo es evidente. Muchos repiten: "No tengo tiempo para Dios", "La oración es para quienes no tienen responsabilidades", "Los que están en el templo no trabajan". Estas afirmaciones revelan una comprensión equivocada de la vida espiritual. Como resultado final, tenemos como resultado:
Pérdida de identidad: Olvidamos que somos hijos de Dios.
Agotamiento existencial: Las mismas actividades que antes nos motivaban ahora nos agobian.
Relaciones deterioradas: La familia y los amigos se convierten en "obligaciones" en lugar de dones.
La radical afirmación de Jesús: "María escogió la mejor parte"
Las palabras de Cristo resuenan con fuerza dos mil años después: "María ha escogido la mejor parte, que no le será quitada" (Lucas 10:42). Esta declaración contiene tres verdades fundamentales:
Lo contemplativo precede a lo activo: Primero ser, luego hacer
Lo espiritual sustenta lo material: Sin raíces profundas, el árbol se seca
Lo eterno da sentido a lo temporal: Nuestras obras adquieren valor cuando fluyen de la relación con Dios
Ejemplo concreto: Madre Teresa de Calcuta, conocida por su incansable trabajo con los pobres, dedicaba cuatro horas diarias a la oración. Ella entendía que su fuerza venía de la fuente divina.
Cómo aplicar esta enseñanza en la vida diaria
Establece prioridades claras: Comienza el día con al menos 15 minutos de oración. Como decía San Francisco de Sales: "Cada día dedica media hora a la oración, excepto cuando estés muy ocupado; entonces dedica una hora".
Crea espacios de silencio: En medio de tus actividades, haz pausas para "respirar espiritualmente". Un simple "Señor, ayúdame" puede transformar tu jornada.
Santifica tu trabajo: Ofrece tus labores como oración. La doctrina católica enseña que el trabajo bien hecho es oración.
Practica el descanso sabático: Dedica un día a la semana para renovarte física y espiritualmente.
Nadie te quitará lo esencial
Jesús aseguró que a María "nadie le quitará" lo esencial. Esta promesa es también para nosotros. En un mundo donde todo es provisional, la relación con Dios permanece.
El trabajo es importante, pero pasajero. La familia es sagrada, pero temporal. Solo Dios es eterno. Cuando ordenamos nuestras prioridades según el Evangelio, descubrimos que:
Las cargas se hacen más ligeras
Las crisis se enfrentan con paz
La vida adquiere un profundo significado
Hoy, como a Marta y María, Jesús nos pregunta: "¿Qué estás eligiendo?". Que como María, sepamos escoger "la mejor parte", aquella que nadie podrá quitarnos.
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